viernes, 9 de octubre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi blog novela Una pareja enamorada. 
Este fragmento está más centrado en la figura de lady Kate.
¡Veamos qué le pasa!

                                  Era demasiado doloroso recordar.
                                  Se decían muchas cosas de ella.
                                  ¿Cómo podía vivir? Estaba sola.
                                 Se había visto señalada por todos los miembros de la alta sociedad.
                                 Lady Kate había cometido un pecado terrible. Le costaba hablar de aquel asunto con Susan.
                                 Era consciente de que los vecinos de la isla habían hablado mucho sobre ella desde que llegó con aquel vestido negro que representaba una viudedad falsa. Sabían que lady Kate era una ramera. ¿Cómo una mujer podía dar a luz a una hija sin estar casada? Era algo que todo el mundo le reprochaba. Quizás, tienen razón, pensaba lady Kate con tristeza.
                               Estaba en el cementerio. Contemplaba la sencilla cruz de madera que estaba ante ella. Esa cruz indicada el lugar donde Lucien estaba enterrado. Lady Kate había soñado con una vida distinta. Tener hijos. Muchos hijos...Pero también...Casarse.
                             Dio a luz a Susan en la misma casa donde vivía con ella. Se dijo así misma que todo había valido la pena.
                               Quedó muy débil. El parto fue difícil. Perdió mucha sangre. Y Susan venía de nalgas.
                               Recibía todos los meses una asignación que le hacía llegar su hermano mayor. Lady Kate la aceptaba.
                                Sin embargo, lo que sentía por Will, su hermano mayor, era un odio infinito. Aquel hombre era el mayor hipócrita de toda Inglaterra. La había insultado por el simple hecho de haberse quedado embarazada siendo soltera.
                                ¡Pero él se había acostado con todas las mujeres del país!
                                De no ser por aquella asignación, lady Kate se habría muerto de hambre. De vez en cuando, bordaba para otras mujeres que no sabían bordar. Eran damas de la ciudad de Reading. De aquel modo, había salido adelante.
                               Se puso de pie, ya que estaba de rodillas. Se santiguó. Al menos, pensó, Lucien descansaba en paz. Ya no sufría el rechazo de la gente.
                               Era la hora de comer cuando llegó a casa. Escuchó a Susan tararear una melodía. Parecía estar muy contenta. Lo cual era algo que no dejaba de sorprender a Susan.
                               La joven le avisó que la comida ya estaba lista.
-Vamos a sentarnos-la instó.

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