viernes, 4 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos. 
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
Veamos cómo avanza la relación entre Gerard y Susan. 

                                   Los días transcurrieron con relativa calma.
                                   Con la ayuda de Jeremiah, Gerard se escabullía de casa. Sus tíos seguían apalancados allí. No parecían querer irse. Sospechaban que estaba ocurriendo algo entre Susan y él. Veían a su sobrino más contento. Más alegre...
-Intenta hablar con tus tíos, querido-le sugirió la esposa de Jeremiah.
                                   Gerard estaba en el recibidor, poniéndose su chaqueta para salir.
-Es inútil intentar hablar con ellos-replicó.
-Es verdad que no parecen personas razonables-tuvo que reconocer la mujer de Jeremiah-Pero son tu familia y te quieren.
-Dudo mucho que me quieran.
                                  Susan no podía creerse lo que estaba haciendo.
                                  Se estaba viendo a hurtadillas con Gerard. ¡Se estaba comportando como una ramera! Para no ser vistos, se subían a las ramas de los árboles.
                                  Susan ponía mil excusas para salir de casa. Lady Kate quería averiguar dónde se metía su hija. La criada llegó a decirle que, cuando salía, parecía que Susan se había evaporado en el aire.
                                  Cuando se lo contó, la criada estaba arrodillada en el suelo del saloncito. Lo estaba fregando. Mientras, lady Kate se había sentado en su sillón favorito. Se puso a tejer un chal para regalárselo a Susan.
-Eso no es cierto-sonrió la mujer-Las personas no desaparecen así sin más.
-Se lo digo de verdad, milady-insistió la criada-Miss Susan desaparece cuando sale de casa. ¡Se lo juro!
                              Lady Kate se quedó pensativa. Empezó a sentir miedo por su hija.
                              Lord Ford y lady Ford interrogaban a su sobrino acerca de adónde iba. Gerard no quería contarles nada.
                              Susan no le contó nada a Cassandra. Sabía que su amiga no lo entendería. Le diría que Gerard era un demonio. Que estaba tentándola.
                               Susan luchaba contra sus propios demonios. Intentaba no comparar mentalmente a Gerard con sir Kurt. O con el padre que la abandonó cuando supo que iba a nacer. O con el hombre que deshonró a la verdadera madre de Lucien. Ni siquiera le había hablado aún de Lucien a Gerard.
                             En uno de aquellos encuentros, decidió que había llegado el momento. Se subieron a la rama más alta de uno de los árboles más altos que hay en la isla. Las hojas lo cubrían todo. Les tapaba.
                              Era como estar escondidos. Susan se sentía cómoda así.



-Hay algo que no te he contado todavía-atacó-Me siento rara tuteándote. Pero, al mismo tiempo, me siento más cómoda.
-¿De qué se trata?-se interesó Gerard.
-Cuando yo tenía seis años, mi hermano murió. En realidad, no era mi hermano. Era un bebé que encontré abandonado a la orilla del río. Me lo llevé a mi casa.
-No sabía que tuvieras un hermano. Me has contado que murió.
-Tenía once meses. Enfermó. Yo pensaba que acabaría curándose. Pero...
                                 La voz de Susan se quebró. No quería hablar con nadie de Lucien porque sabía que acabaría derrumbándose. Luchó por contener las lágrimas que asomaron a sus ojos. Lágrimas que amenazaban son salirse de sus ojos.
                                  Gerard alzó la mano y acarició con ella la mejilla de Susan.
-Nunca supe quién fue su verdadera madre-añadió la joven-Siempre he pensado que le ocurrió lo mismo que le ocurrió a mi madre. Se dejó llevar por un hombre. La sedujo. Cayó en sus brazos. Hizo con ella lo que quiso. Y...Cuando supo que iba a tener un hijo suyo, la abandonó.
                              Gerard pensó que Susan tenía motivos más que suficientes como para odiar a todo el género masculino. Aún siendo hombre, Gerard sintió un verdadero asco hacia sus congéneres. Tenía la sensación de que podían hacer lo que les daba la gana. Que podían salir impunes.
-Piensas que un hombre sólo puede hacer eso-observó Gerard-Deshonrar a una mujer. Y abandonarla a su suerte.
-Ocurrió con mi madre-enumeró Susan-Le ocurrió también a Cassie.
                               Su voz sonó dura. Pero, al mismo tiempo, estaba rota de dolor. Y Gerard sintió que entendía mejor que nunca a Susan. Ahora, había descubierto toda la verdad sobre ella. Sabía el porqué le tenía tanta rabia. No le estaba viendo como persona. Le estaba viendo como hombre.
                                  La abrazó, deseando poder protegerla de todo lo malo que hay en el mundo.
-Nunca te dejaré-le prometió-Siempre vamos a estar juntos.
-Tus tíos no aprueban que estés conmigo-le recordó Susan.
-Mis tíos no me importan. Sólo me importas tú. Ellos ya tienen sus vidas resueltas. Yo les ayudaré, pero no les haré el menor caso.
-Te quieren.
-Quieren el dinero que les envío todos los meses.
-Eres muy malpensado.
-Mira. En eso...Nos parecemos bastante. ¿No crees?
                            Susan se echó a reír. Era la primera vez en mucho tiempo que reía. Y Gerard...Se quedó maravillado. Aquella risa...Era el sonido más bonito que jamás había escuchado.
                           El beso en el que se fundieron ambos fue un beso largo y apasionado.

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