martes, 26 de enero de 2016

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Algo espantoso ha ocurrido en Londres.
¿Afectará en algo a la vida de Susan?

                          El carruaje se detuvo ante la fachada del White.
                          Una figura vestida de negro descendió del carruaje. Las faldas y la silueta adivinaban que era una mujer.
                          Su rostro estaba cubierto por un velo espeso de color negro.
-¿Va a tardar mucho, señora?-le preguntó.
-Tardaré poco-respondió ella-Espere aquí.
-Señora...Es un club de caballeros. No la van a dejar pasar.
-Estaré de vuelta enseguida.
                          La voz de la mujer sonó firme al hablar.
                          Varios hombres se quedaron sorprendidos al ver a una mujer entrando en el White. Sobre todo, porque una mujer decente no salía a pasear sola de noche por la Calle Saint James. Sólo ciertas mujeres podían hacerlo.
                          Sintió cómo su estómago se revolvía. El pensar en su hermana le dio fuerzas para no salir corriendo de allí.
                          Entonces, vio a la persona que estaba buscando. Era el miserable que le había destrozado la vida a su hermana. La había condenado al ostracismo tras haberla violado salvajemente. La sociedad se había ensañado con la víctima. Había protegido al verdugo. Y ella sentía un odio infinito hacia aquellos hombres que podían hacer lo que les viniera la gana. Pero la mujer debía de quedarse en casa encerrada. Una mujer no podía salir sola de noche. Una mujer no podía hacer lo que quisiera. Pero ellos...Podían sembrar Inglaterra de hijos ilegítimos. ¡Y nadie decía nada!
                         Estaba cerca de la ventana de arco. Apoyaba sus manos en la mesa que había junto a la ventana. No le cabía la menor duda de que era un socio de honor de aquel lugar.
-Sire...-le llamó con voz fría.
                         Él alzó la cabeza. En un primer momento, se quedó sorprendido al ver a una mujer en el club.
                        Entonces, vio cómo metía la mano en el bolsito que sujetaba. Todo ocurrió demasiado deprisa. Ninguno de los hombres que estaba allí pudo hacer nada.
-¿Se acuerda de lady Kathleen Doyle?-le preguntó la dama-¿Le dice algo su nombre?
                       No lo dudó. Se oyeron varios disparos. Todas las balas impactaron en el mismo lugar.
                       Abandonó lentamente el Club. Aquel miserable yacía malherido en el suelo. Herido de muerte, había oído decir.
                       Se organizó un verdadero escándalo. Un hombre trató de ir tras la asaltante una vez superada la impresión. Pero, cuando llegó a la calle, no estaba. Había desaparecido.
                       Se había metido en el carruaje.
-¿Qué ha pasado?-le preguntó el cochero, alarmado.
-No ha pasado nada-respondió la dama con total serenidad-Lléveme a Grossvenor Square.
-Señora...He oído disparos. ¿Qué ha hecho?
-Sólo he hecho justicia. Haga lo que le digo.
                        El carruaje se alejó de la Calle Saint James. El cochero estaba muy nervioso.
                        Había una asesina en el interior del carruaje. No se atrevía a mirarla a los ojos.
                        Un rato después, lady Margaret Sheldon, condesa de Becher, se encontraba en su habitación. Metió la pistola humeante en el cajón de su mesilla de noche.
                        Antes o después, se descubriría que había sido ella la mujer que había disparado contra aquel canalla en el White. Pero no le importó. Llevaba casi veinte años deseando hacerlo. Había cumplido con su cometido. Había vengado a Katie.
                      Cosa que el inútil de su padre no había sabido hacer.
                      Llevaba puesto su camisón de color blanco. Se había colocado un chal sobre los hombros.



                         Se sentó ante su escritorio.
                         Decidió que Katie debía de saberlo. Pensó en su hija.
                         Arianne y sus dos primas estaban pasando una temporada con ella. Katie debía de abandonar aquel exilio forzado. Le daba la razón a su hija. Su sobrina Susan debía de ocupar el puesto que le correspondía.
                         Buscó en un cajón sus útiles de escritura. Colocó una hoja en blanco ante ella. Abrió el tintero. Mojó la pluma. Empezó a escribir.

                           Mi querida Katie:

                          Puede que te asustes cuando leas esta carta. Creerás que me he vuelto loca. 
                          Nadie te hizo justicia en su día. Los hombres se protegen entre sí. 
                         Pero no debes de sufrir más por el pasado. Yo te he hecho justicia. Sé que aún sufres pesadillas por culpa de ese malnacido. Pero no volverá a hacerte más daño. He hecho lo que debía de hacer. Lo que debió de haber hecho ese cobarde que tenemos de padre. Te he hecho justicia. 
                        Pensarás que estoy en peligro. No tengo miedo. 
                        El miedo lo he perdido esta noche. Lo he dejado agonizante en medio de un charco de sangre. 
                       Su agonía va a ser lenta y dolorosa. Como lento y doloroso ha sido tu exilio...Ya ha pasado todo. 
                       No volverás a sufrir nunca más, mi querida Katie. 

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